Tinta Roja 5

Por un presente y un futuro para la juventud

10.jpgMiles de jóvenes llenan las calles en todo el mundo exigiendo un cambio de rumbo general en la sociedad. Su enorme sacrificio tropieza con la sordera y represión del viejo orden establecido y la ceguera y marginación de las organizaciones que estando al frente de los procesos de lucha sólo toman en cuenta a los jóvenes para el activismo cotidiano.

El potencial revolucionario de la juventud sólo podrá desarrollarse plenamente en la medida que avance en la autodeterminación y la construcción de agendas, organizaciones y procesos propios que junto al pueblo trabajador rompan con la vieja sociedad para la construcción de un mundo más igualitario.

En todo el mundo frente a la profunda crisis económica, política y social del sistema capitalista los pueblos se rebelan ante las injusticias, la desigualdad y la falta de alternativas. Entre ellos se destaca la juventud que desde Egipto, España, Estados Unidos, Chile, Grecia hasta nuestra Honduras ocupan un lugar de primera línea. Tanto por ser la juventud la más afectada por la falta de oportunidades y de otro porque es la que se pone al frente de las luchas.

Honduras atraviesa uno de los momentos más importantes en su historia.

El siglo XIX estuvo marcado por la lucha por la independencia, la Federación Centroamericana y la modernización del Estado, el siglo XX fue el de la República Bananera con su Enclave económico, las dictaduras y el surgimiento de la clase obrera al frente de todo el pueblo.

Hoy, se está gestando la Honduras del Siglo XXI. Hemos llegado al fin de una época en donde la economía, la política, la cultura y la sociedad toda se enfrentan a situaciones de crisis crónica que plantea la necesidad de urgentes cambios.

La situación de Honduras está marcada por una profunda crisis económica que mantiene al 60% de la población bajo el nivel de pobreza.

El desempleo golpea a la mayoría de la población en edad de trabajar (29%)[1]. Quienes tienen trabajo enfrentan salarios insuficientes para cubrir la canasta básica. Unas pocas familias concentran la mayor parte de los ingresos, haciendo que Honduras sea una de los países con mayor desigualdad social.

Más de 300 mil familias campesinas se encuentran sin acceso a la tierra (7 de cada 10 campesinos), mientras el 3% de los propietarios controla el 70% de las tierras cultivables.

Comunidades enteras marginadas del sistema productivo y amenazadas con el avance de las concesiones mineras, de los grandes proyectos hidroeléctricos y de las llamadas Ciudades Modelo.

La salud, la educación, los servicios públicos, se encuentran en profunda crisis, estando cada vez más fuera del alcance de la mayoría de la población.

En lo social, la falta de alternativas de trabajo han incrementado la marginación social en dos indicadores fundamentales: la migración y la violencia.

Cada hora, 8 hondureños abandonan nuestro país. Más de un millón doscientos mil hondureños se han visto obligados a abandonar su país por falta de empleo y oportunidades para poder sostener a su familia. En el año 2014 más de 30 mil menores migrantes solos intentaron cruzar la frontera de Estados Unidos siendo detenidos más de 17 mil que enfrentan juicios de deportación.

Cada día, 20 hondureños son asesinados, en un ambiente de violencia garantizada por la impunidad.

La juventud en Honduras

En este contexto, la juventud –49.2% de la población hondureña es menor de 20 años– es la más golpeada. Con un presente lleno de privaciones, violencia y represión, la inmensa mayoría de las y los jóvenes sufren de la exclusión social, la explotación económica y la opresión en todos los terrenos, comprometiendo seriamente su futuro y el futuro de Honduras.

La juventud y la educación

La principal actividad que debería desarrollar la juventud es el estudio que le permita acceder al conocimiento como una forma de poder resolver sus necesidades personales (materiales y psicológicas) contribuyendo al desarrollo y progreso general del país. Sin embargo, esta no es la situación.

Los/las jóvenes de hoy tienen más educación que las generaciones precedentes. Sin embargo, a 2008, aun el 7.2% de los/las jóvenes hondureños eran analfabetas. La educación secundaria, solo es posible para el 25.7% de la juventud. El 25.4% de los/las jóvenes no trabajan ni estudian y se enfrentan a pocas posibilidades de incorporarse a programas de formación vocacional.[2]

La actual crisis educativa profundizada con las políticas del gobierno deja –cada vez más– fuera del sistema a los jóvenes de los sectores de menores recursos. Muchos jóvenes de 13 a 18 años edad, tanto en el área rural como en la urbana, tienen que abandonar la educación secundaria por razones principalmente económicas. Según el actual ministro de educación, de 60 mil jóvenes que logran graduarse de educación media, solo el 10 por ciento tendrán la oportunidad de optar a la educación superior.

En el año escolar 2004 reprobaron en el sistema educativo de nivel medio, 21,335 alumnos que representan el 9.8% del total de la matrícula. En tanto, el número de estudiantes aplazados ascendió a 44,424 que representan el 20.5%. Por su parte, del sistema educativo desertaron 6,732 que representaban 3.1%.

Aquellos que logran llegar a las aulas escolares, no encuentran buenas condiciones para desarrollar su aprendizaje. Aulas sucias, pupitres destruidos, ausencia de servicios básicos, maestros autoritarios e intolerantes a las críticas, son la expresión material de metodologías pedagógicas totalmente alejadas de la realidad y necesidades de nuestro pueblo.

El conocimiento, la crítica, la comprensión de los contenidos son reemplazadas cada vez más por el dogma religioso y el “respeto” a la autoridad del docente que sólo perpetúan las actuales condiciones sociales de inequidad. Incluso, las universidades públicas que debieran ser los centros de educación superior formadoras de profesionales comprometidos con la realidad de nuestro país y destinados a contribuir a su transformación, se están convirtiendo en proveedoras de mano de obra barata y medio capacitada para las necesidades de la empresa privada.

101.jpgLa juventud y el trabajo

En medio de la crisis económica generalizada, los y las jóvenes se ven obligados a trabajar para contribuir al sostenimiento familiar. Sin embargo, “la economía hondureña no ha sido capaz de generar suficientes empleos decentes para la juventud. El principal problema laboral de la juventud es el subempleo invisible, espacio privilegiado para la precariedad laboral y factor relevante de la exclusión social juvenil”.[3]

Según el viceministro de Trabajo y Previsión Social, Carlos Montes, “tenemos alrededor de un millón de muchachos que no están desempeñando acciones de formación ni formal, ni informal, ni tampoco están involucrados en el proceso productivo del país[4]. El 43% de los jóvenes menores de 30 años no tienen un empleo.[5]

Esta situación genera una enorme cantidad de desempleados dispuestos a aceptar precarias condiciones laborales en materia de horarios, descansos, salud, salarios y demás derechos que los trabajadores han conquistado con sus luchas a lo largo de muchos años. Escudados en la falta de empleo, la empresa privada nacional y extranjera, superexplotan a los jóvenes, aprovechándose de su necesidad y su falta de experiencia.

En particular, las jóvenes son las más afectadas por esta situación, al ser víctimas de constante violencia y abuso sexual para poder conseguir un empleo o para mantenerse en él.

La juventud y la salud

La exclusión social generada por la falta de acceso a una educación integral y las condiciones laborales precarias que impiden el acceso a un trabajo digno, provocan una pérdida en la calidad de vida incrementando de forma alarmante otros problemas como: la violencia doméstica, el embarazo precoz, la prostitución, el VIH/SIDA, la drogadicción y la violencia.

Los casos de niños y jóvenes agredidos en sus propios hogares, los embarazos de menores de edad debidos en muchos casos a familiares cercanos, la drogadicción y el alcohol impiden el normal desarrollo físico de los jóvenes, afectando su salud y reduciendo sus esperanzas de vida. A lo que se suma la creciente trata de menores.

La destrucción de los lazos familiares provocados por el capitalismo mediante la migración obligatoria, la violencia contra la mujer y el trabajo infantil entre otras causas, hace que la juventud se encuentre en permanente riesgo social

La incomprensión y violencia entre las parejas, ya sea por falta de educación, niveles de pobreza, predominante machismo y desconocimiento de derechos –incrementada significativamente por la crisis actual– arrojan a la juventud a una vida carente de estímulos, ilusiones y sueños frustrados.

102.jpgLa juventud y la violencia

Pero es en el terreno de la vida, donde la juventud, sobre todo después del golpe de estado del 2009, se encuentra sus mayores desafíos, como muestra de una sociedad y un estado que son incapaces de garantizarle no sólo la educación, el trabajo, la salud sino la VIDA MISMA.

Según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma cada día en Honduras se registran 20 muertes violentas. Es decir, un homicidio cada hora con 20 minutos.

De enero a diciembre de 2012 hubo 85,5 homicidios por cada 100.000 habitantes. 5,801 personas comprendidas entre 15 y 44 años perdieron la vida de manera violenta. La cifra equivale al 80,9%. A eso se suman 940 niños, niñas y jóvenes entre cero y 14 años que fallecieron de la misma forma. El 54% de esas muertes ocurrió contra estudiantes o trabajadores.

Un estudio de la organización no gubernamental Casa Alianza de Honduras reveló que ocho de cada 10 asesinatos son cometidos contra jóvenes. Sólo en agosto último 85 jóvenes fueron asesinados y 10 de esos crímenes fueron adjudicados a miembros de la Policía Nacional, según una investigación de la ONG.

Situación agravada por la impunidad fomentada desde el propio estado, que deja la juventud sola frente al sicariato, a los ajusticiamientos y a la estigmatización social.

Acceso a la recreación, la cultura y el esparcimiento

En medio de una sociedad que se desintegra y desangra como consecuencia de la incapacidad de las clases dominantes, la juventud ve notablemente reducido su acceso a la recreación y el esparcimiento. El cine, el teatro, el deporte son cada vez más prohibitivos para los jóvenes debido al costo de los mismos y al peligro constante en una sociedad signada por la violencia. No existe ninguna política gubernamental para garantizar el acceso a la cultura para los jóvenes, en particular, los jóvenes de los pueblos originarios son estigmatizados y obligados a abandonar su propia cultura.

En todos los casos la juventud queda en manos de los grandes medios de comunicación y su “cultura encapsulada” extranjerizante y enajenadora, en donde los principales valores son los individualistas propios del sistema capitalista: el enriquecimiento personal como valor supremo (Steve Jobs o Pablo Escobar da lo mismo) y la falta de solidaridad (en un mundo donde nadie se salva solo) marcan una cultura capitalista en total decadencia.

La joven

Todos los problemas que enfrenta la juventud y algunos de los cuales hemos enumerado anteriormente, se profundizan en el caso de la mujer. Además de sufrir todos esos problemas, la joven debe enfrentar una sociedad patriarcal en donde el machismo la condena a ser un objeto, una propiedad del hombre (incluso de los jóvenes).

Explotada en el trabajo, marginada de la educación científica, la joven debe asumir todos los roles de la mujer adulta desde su niñez. Esclava del trabajo doméstico se la educa –con una enorme carga religiosa– para ser la hija, hermana, esposa y madre abnegadas siempre al servicio del hombre (padre, hermano, esposo, hijo). Es la principal víctima de la “doble moral” de un sistema capitalista patriarcal que considera a la mujer propiedad privada del hombre y a quien se le prohíbe todo lo que al hombre se le permite.

La juventud y la política

Siendo los jóvenes la mayoría de la población hondureña, han sido tomados en cuenta permanentemente por los políticos de los partidos legalmente inscritos para las campañas electorales. Se busca aprovecharse de los jóvenes para pegar propaganda en las calles, llenar las plazas con su alegría y finalmente conseguir su voto.

En este proceso los jóvenes y su problemática no son tomados en cuenta, no se les permite dirigir procesos políticos, a menos que se conviertan en incondicionales de los dueños de los partidos.

El despertar de la juventud después del golpe de estado, tampoco ha significado avances en el rol político de la juventud, ya que a pesar de ser quienes más se han involucrado en la lucha en las calles, han sido marginados de la conducción de su propio proceso de liberación, siendo manipulados por los dirigentes populares, magisteriales y políticos de la resistencia, impidiendo su acceso a la formación política y reproduciendo los peores vicios de una izquierda que no cree en la capacidad del pueblo trabajador y en particular de la juventud y la mujer de dirigir su propio destino y la condenan a seguir tras uno u otra caudillos o líderes al mejor estilo de los partidos tradicionales.

Paso a la juventud y la mujer

Frente a este panorama la juventud está llamada a poner toda su rebeldía y su espíritu de sacrificio junto a la mujer y al pueblo trabajador, para cambiar la sociedad en la que vivimos. Pero la rebeldía sola no basta, la lucha por la lucha misma no cambia la correlación de fuerzas a menos que vaya acompañada por el estudio sistemático, la experiencia histórica y la confianza en las propias fuerzas de la juventud.

En este sentido la el agrupamiento Izquierda Revolucionaria integrado por Socialismo o Barbarie, Bandera Socialista, Unión Revolucionaria del Pueblo, Partido Socialista Centroamericano y los Círculos Bolivarianos Morazanistas, que hemos tenido importantes acuerdos políticos sobre la realidad nacional, hemos acordado iniciar un proceso de intervención conjunta con un programa común sobre los principales problemas que atraviesa la educación en Honduras y que involucra a estudiantes, docentes y padres de familia, con el objetivo de articular y construir procesos de lucha y organización cada vez más centralizados, masivos y nacionales desde las bases que le permitan a los jóvenes, junto al sector obrero, magisterial, popular y padres de familia convertirse en actores de su propio destino.

La Chiki 504

 

“A la población hondureña les digo que ser feliz es recordar lo que somos, y no lo que aparentamos, que no nos de pena, porque algunos tienen y otros simplemente nos toca luchar”.

La Chiki 504 es la expresión sarcástica del conformismo impuesto por la desigualdad social en aumento en Honduras. Mientras la gran burguesía come baleadas de 300.00 lempiras en INDURA la Chiki come pan con mantequilla en la pila de su casa. Las grandes empresas ya han visto el potencial de aumentar sus ventas gracias a la Chiki y los políticos de bulto (los que van por la reelección) ya están soñando con un video llamando a “se humilde hombe y vota por un presidente usado”.



[1]  Instituto Nacional de Estadísticas. Indicadores a Mayo del 2011.

 

[2]  PROGRAMA DE LAS NACIONES UNIDAS PARA EL DESARROLLO (PNUD). 2009. Informe sobre Desarrollo Humano, Honduras 2008/2009, PNUD

 

[3]  Documento del PNUD citado.

 

[4]  La Tribuna, 27 de junio 2012

 

[5]  Marco Midence, titular de la Secretaría de la Juventud. El Heraldo 18 de julio 2012